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12 de octubre
Nuestra Señora del Pilar
Según una venerada tradición, la Santísima Virgen María se manifestó en
Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Esta
tradición encontró su expresión cultual en la misa y en el Oficio que, para
toda España, decretó Clemente XII. Pío VII elevó la categoría litúrgica de
la fiesta. Pío XII otorgó a todas las naciones sudamericanas la posibilidad
de celebrar la misma misa que se celebraba en España.
El Pilar, lugar privilegiado de oración y de gracia.
Elogio de nuestra Señora del Pilar
Según una piadosa y antigua tradición, ya desde los albores de su
conversión, los primitivos cristianos levantaron una ermita en honor de la
Virgen María a las orillas del Ebro, en la ciudad de Zaragoza. La primitiva
y pequeña capilla, con el correr de los siglos, se ha convertido hoy en una
basílica grandiosa que acoge, como centro vivo y permanente de
peregrinaciones, a innumerables fieles que, desde todas las partes del
mundo, vienen a rezar a Virgen y a venerar su Pilar.
La advocación de nuestra Señora del Pilar ha sido objeto de un especial
culto por parte de los españoles: difícilmente podrá encontrarse en el
amplio territorio patrio un pueblo que no guarde con amor la pequeña imagen
sobre la santa columna. Muchas instituciones la verán también como patrona.
Muy por encima de milagros espectaculares, de manifestaciones clamorosas y
de organizaciones masivas, la virgen del Pilar es invocada como refugio de
pecadores, consoladora de los afligidos, madre de España. Su quehacer es,
sobre todo, espiritual. Y su basílica, en Zaragoza, es un lugar privilegiado
de oración, donde sopla con fuerza el Espíritu.
La devoción al Pilar tiene una gran repercusión en Iberoamérica, cuyas
naciones celebran la fiesta del descubrimiento de su continente el día doce
de octubre, es decir, el mismo día del Pilar. Como prueba de su devoción a
la Virgen, los numerosos mantos que cubren la sagrada imagen y las banderas
que hacen guardia de honor a la Señora ante su santa capilla testimonian la
vinculación fraterna que Iberoamérica tiene, por el Pilar, con la patria
española.
Eficacia pastoral del culto tributado a la Virgen
De la exhortación apostólica Marialis cultus del papa Pablo VI, sobre el
culto a la Virgen María
La piedad de la Iglesia hacia la santísima Virgen María es un elemento
intrínseco del culto cristiano. La veneración que la Iglesia ha dado a la
Madre del Señor en todo tiempo y lugar �desde el saludo y la bendición de
Dios hasta las expresiones de alabanza y súplica de nuestro tiempo�
constituye un sólido testimonio de que la lex orandi de la Iglesia es una
invitación a reavivar el conciencias su lex credendi. Y viceversa: la lex
credendi de la Iglesia requiere que por todas partes florezca lozana su lex
orandi en relación con la Madre de Cristo. Culto a la Virgen de raíces
profundas en la palabra revelada de sólidos fundamentos dogmáticos.
La misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con
filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acoger sus
peticiones con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso
los cristianos la invocan desde antiguo como «Consoladora de los afligidos»,
«Salud de los enfermos», «Refugio de los pecadores», para obtener consuelo
en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora de la
esclavitud del pecado; porque ella, libre de toda mancha de pecado, conduce
a sus hijos a vencer con enérgica determinación el pecado. Y, hay que
afirmarlo una y otra vez, esta liberación del mal y de la esclavitud del
pecado es la condición previa y necesaria para toda renovación de las
costumbres cristianas.
La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar los ojos
hacia María, «que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo
de virtudes». Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de
la palabra de Dios; la obediencia generosa; la humildad sincera; la caridad
solícita; la sabiduría reflexiva; la piedad hacia Dios, pronta al
cumplimiento de los deberes religiosos, agradecida por los bienes recibidos,
que ofrece en el templo, que ora en la comunidad apostólica; la fortaleza en
el destierro, en el sufrimiento; la pobreza llevada con dignidad y confianza
en el Señor; el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna
hasta la ignominia de la cruz; la delicadeza previsora; la castidad
virginal; el fuerte y casto amor conyugal. De estas virtudes de la Madre se
adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para
reproducirlos en la propia vida. Y tal progreso en la virtud aparecerá como
consecuencia y fruto maduro de aquella eficacia pastoral que brota del culto
tributado a la Virgen.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has
concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación
del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en
la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Cristiano Católico 12-10-2012