LA SAGRADA COMUNIÓN |
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LA
SAGRADA COMUNIÓN 100. Foco del amor de Jesucristo
La Eucaristía es el foco del fuego sagrado del amor
divino. En efecto, se enciende en nosotros el amor con el uso de este
incomparable alimento, en el cual el Dios de misericordia ha puesto todas sus
maravillas; el divino Redentor inmola en el altar su carne y su sangre al amor
de las criaturas, y se nos da en alimento; allí se convierte en alma de nuestra
alma, dándonos la prueba más incomprensible de su caridad sin limites. El
Salvador nos comunica insensiblemente algo de sus divinas cualidades para
movernos a amar lo que Él 'ha amado y buscarle a El mismo; para ayudarnos a
dominar nuestras aficiones, sometiendo la carne al espíritu, y acomodando a sus
máximas los pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, acciones y afectos. Jamás ha
habido ni habrá unión más estrecha que la que se establece entre Jesucristo y
nuestra alma por medio de la santa comunión. No vacilemos, y puesto que es el
amor el que nos llama al banquete eucarístico, acudamos con amor. La comunión,
frecuente transformará nuestro corazón en inextinguible hoguera de amor a Dios.
¿Dónde fueron los mártires a buscar la fuerza que les sostuvo en los combates y
en los suplicios? En la sagrada comunión que había desarrollado en ellos el
sentimiento heroico de amor de Dios. Sin
embargo, si al aproximarnos a la sagrada Mesa. no experimenta nuestro corazón
este amor de una manera sensible, no nos entristezcamos; ofrezcamos a Jesucristo
el deseo de amarle, de sentir los inefables efectos de su amor; démosle por
entero nuestro corazón, diciéndole que disponga de él a su placer y que dirija
todos nuestros movimientos, asegurándole que sólo a ÉI queremos pertenecer. Pero
procuremos someternos al Señor por grande que sea nuestra congoja. En tal caso,
bástennos íntimos y fervorosos coloquios con Jesucristo entregándonos confiados
a su bondad. La
Eucaristía es el más augusto de todos los sacramentos. No encierra
sólo la gracia de Dios, sino al mismo Autor de la gracia, a Jesucristo, Dios y
hombre, su cuerpo, su sangre y su alma que han sido formados en el seno de la
bienaventurada Virgen María. iQué atracción ejerce sobre nuestros corazones
Jesucristo en la Santa Eucaristía Como imán divino lo atrae elevándolos hasta
sacarlos del mundo. Si el imán natural no tiene poder bastante para atraer una
piedra en que está metida una barra de hierro, obra sobre el mismo hierro y poco
a poco lo separa de la piedra. Jesucristo tiene poder sobrado para levantarnos,
separándonos de nuestras miserias; pero como no quiere forzar nuestra libertad,
viene con frecuencia a nosotros por la: comunión, y de este modo justifica estas
palabras del profeta : Mis delicias son estar entre
los hijos de los hombres. La profecía se realiza en la sagrada
Eucaristía. Desciende el Señor y penetra en el corazón del hombre, haciéndole
sentir que ÉI es todo caridad; y alma cuando le deja en libertad, se separa poco
a poco de la piedra, es decir, de si mismo y del mundo de las cosas creadas 101.
Jesucristo en el altar es el guía de nuestra peregrinación.
-Jesucristo, que bajó a la tierra para mostrarnos el camino que conduce al
cielo, vive entre nosotros, morando en el sacramento del altar, para
acompañarnos en nuestra peregrinación y darnos en cierto modo la mano para
ayudarnos a dar los pasos. Diariamente se sacrifica para probarnos que vino al
mundo por todos nosotros y que quiere ser victima constantemente sacrificada,
para que tomemos su carne como alimento cotidiano, iOh! qué unión tan intima,
tan completa, ha tratado de establecer entre El y nosotros! El amor que nos
demuestra en el sacramento es tan prodigioso que jamás hubiéramos podido ni alma
imaginar dicha tan grande. Vayamos, pues, con frecuencia a Jesús. Que sea
realmente nuestra vida, nuestro sostén, nuestra fuerza, nuestro todo. Mirad con
gran respeto los sacramentos, especialmente el de la divina Eucaristía, tesoro
de la Iglesia, maravilla del mundo, admiración de los ángeles. Hasta que
alcancemos la bienaventuranza eterna no nos será dado apreciar debidamente los
imponderables prodigios que la Eucaristía obra. Repetid a menudo esta
jaculatoria : ¡ Dios mío, haced que no sean estériles las muchas gracias que
llevo recibidas ! 102. De la preparación para la sagrada Comunión. La obediencia es la mejor preparación, para la sagrada Comunión.
Obrad según el consejo de un director, ministro de
Dios en la tierra. Considerémonos invitados a la santa Mesa por Jesucristo que
nos dice: «Venid a mi: quiero entregarme a vosotros para consolaros y daros
salud y vida ; quiero penetrar por entero en vuestra alma». Es menester que nos
humillemos para corresponder a su invitación y recibirle con amor,
reconocimiento y confianza. .........en construcción.................. continua
Cristiano Catolico 18-10-2020 Sea bendita la Santa e inmaculada Purísima Concepción, de la bienaventurada Virgen Maria. Por siempre sea bendita y alabada. |