San Jerónimo |
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30
de septiembre San
Jerónimo Presbítero
y doctor de la Iglesia Nació en
Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado.
Abrazó la vida ascética, marchó al Oriente y fue ordenado presbítero. Volvió a
Roma y fue secretario del papa Dámaso. Fue en esta época cuando empezó su
traducción latina de la Biblia. También promovió la vida monástica. Más tarde,
se estableció en Belén, donde trabajó mucho por el bien de la Iglesia. Escribió
gran cantidad de obras, principalmente comentarios de la sagrada Escritura.
Murió en Belén el año 420. Ignorar las
Escrituras es ignorar a Cristo Del prólogo
al comentario de san Jerónimo, presbítero, sobre el libro del profeta Isaías Cumplo con
mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad las
Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que decirme,
como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no comprendéis las Escrituras
ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de
Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el
poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es
ignorar a Cristo. Por esto,
quiero imitar al padre de familia que del arca va sacando lo nuevo y lo antiguo,
y a la esposa que dice en el Cantar de los cantares: He guardado para ti, mi
amado, lo nuevo y lo antiguo; y, así, expondré el libro de Isaías, haciendo ver
en él no sólo al profeta, sino también al evangelista y apóstol. Él, en efecto,
refiriéndose a sí mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué hermosos son los
pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva! Y Dios le habla
como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a ese pueblo? Y él
responde: Aquí estoy, mándame. Nadie
piense que yo quiero resumir en pocas palabras el contenido de este libro, ya
que él abarca todos los misterios del Señor: predice, en efecto, al Emmanuel que
nacerá de la Virgen, que realizará obras y signos admirables, que morirá, será
sepultado y resucitará del país de los muertos, y será el Salvador de todos los
hombres. ¿Para qué
voy a hablar de física, de ética, de lógica? Este libro es como un compendio de
todas las Escrituras y encierra en sí cuanto es capaz de pronunciar la lengua
humana y sentir el hombre mortal. El mismo libro contiene unas palabras que
atestiguan su carácter misterioso y profundo: Cualquier visión se os volverá
–dice– como el texto de un libro sellado: se lo dan a uno que sabe leer,
diciéndole: «Por favor, lee esto». Y él responde: «No puedo, porque está
sellado». Y se lo dan a uno que no sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto».
Y el responde: «No sé leer». Y, si a
alguno le parece débil esta argumentación, que oiga lo que dice el Apóstol: De
los profetas, que prediquen dos o tres, los demás den su opinión. Pero en caso
que otro, mientras está sentado, recibiera una revelación, que se calle el de
antes. ¿Qué razón tienen los profetas para silenciar su boca, para callar o
hablar, si el Espíritu es quien habla por boca de ellos? Por consiguiente, si
recibían del Espíritu lo que decían, las cosas que comunicaban estaban llenas de
sabiduría y de sentido. Lo que llegaba a oídos de los profetas no era el sonido
de una voz material, sino que era Dios quien hablaba en su interior como dice
uno de ellos: El ángel que hablaba en mí, y también: Que clama en nuestros
corazones: «¡Abbá! (Padre)», y asimismo: Voy a escuchar lo que dice el Señor. Oración Oh Dios, tú
que concediste a san Jerónimo una estima tierna y viva por la sagrada Escritura,
haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en
ella la fuente de la verdadera vida. Por nuestro Señor Jesucristo. Cristiano Catolico 18-10-2020 Sea bendita la Santa e inmaculada Purísima Concepción, de la bienaventurada Virgen Maria. Por siempre sea bendita y alabada. |