San Roberto Belarmino |
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17
de septiembre San Roberto
Belarmino Obispo y
doctor de la Iglesia Nació el
año 1542 en Montepulciano, ciudad de la región toscana. Ingresó en la Compañía
de Jesús, en Roma, y fue ordenado sacerdote. Sostuvo célebres disputas en
defensa de la fe católica y enseñó teología en el Colegio Romano. Fue elegido
cardenal y nombrado obispo de Capua. Trabajó también en las Congregaciones
romanas, contribuyendo con su ayuda a la solución de muchas cuestiones. Murió en
Roma el año 1621. Inclina mi
corazón a tus preceptos Del tratado
de san Roberto Belarmino, obispo, sobre la ascensión de la mente hacia Dios Tú, Señor,
eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién, que haya empezado a gustar,
por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal, dejará de servirte con todo
el corazón? ¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? Cargad –nos dices– con
mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo –añades– es llevadero y mi carga
ligera. ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que halaga,
y una carga que no pesa, sino que da nueva fuerza? Con razón añades: Y
encontraréis vuestro descanso. ¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que
da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Que más fácil, más suave, más dulce que
amar la bondad, la belleza y el amor, todo lo cual eres tú, Señor, Dios mío? ¿Acaso no
prometes además un premio a los que guardan tus mandamientos, más preciosos que
el oro fino, más dulces que la miel de un panal? Por cierto que sí, y un premio
grandioso, como dice Santiago: La corona de la vida que el Señor ha prometido a
los que lo aman. ¿Y qué es esta corona de la vida? Un bien superior a cuanto
podamos pensar o desear, como dice san Pablo, citando al profeta Isaías: Ni el
ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para
los que lo aman. En verdad
es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no
sólo aquel mandamiento, el primero y el más grande, es provechoso para el hombre
que lo cumple, no para Dios que lo impone, sino que también los demás
mandamientos de Dios perfeccionan al que los cumple, lo embellecen, lo
instruyen, lo ilustran, lo hacen en definitiva bueno y feliz. Por esto, si
juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y
para tu eterna salvación, comprenderás que éste es tu fin, que éste es el
objetivo de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás
dichoso; si no lo alcanzas, serás un desdichado. Por
consiguiente, debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y
como realmente malo lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo
próspero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, los
honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son
ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloria de Dios y a tu
felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y
aborrecibles. Oración Señor, tú
que dotaste a san Roberto Belarmino de santidad y sabiduría admirable para
defender la fe de tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, la gracia
de vivir con la alegría de profesar plenamente la fe verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo. Cristiano Catolico 18-10-2020 Sea bendita la Santa e inmaculada Purísima Concepción, de la bienaventurada Virgen Maria. Por siempre sea bendita y alabada. |